Sanar TU NIÑO INTERIOR: LIBERÁNDOTE DE LAS HERIDAS DE LA INFANCIA
- mnwodnik
- hace 15 minutos
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Hace unos días hablaba con una amiga, también psicoterapeuta, sobre un malentendido entre nosotras. Habíamos acordado encontrarnos en un punto intermedio entre su consulta y la mía… pero no nos vimos. Algo tan simple como una confusión en el lugar se transformó en una conversación más profunda sobre lo que no se dijo.
Ambas asumimos —sin nombrarlo— que la otra entendería. Pero lo que realmente quedó sin decir fue algo más esencial: el cuidado mutuo. En ese diálogo se reveló que las dos habíamos dado por hecho que la otra sabía lo importante que era la puntualidad en ese encuentro, sin explicitarlo. Con lágrimas en los ojos, nos fundimos en un abrazo. En ese instante, dejamos de ser solo dos adultas; éramos también dos niñas heridas, buscando una reparación silenciosa.
Ese momento me recordó, una vez más, que sanando a tu niño interior no es una frase bonita de autoayuda, sino una práctica que se pone en juego en la forma en que nos relacionamos, pensamos, reaccionamos y también en cómo damos sentido a nuestras vidas. No se trata de buscar culpables afuera, sino de asumir la responsabilidad emocional por nuestros daños internos.

En este artículo exploraremos:
1. QUÉ SIGNIFICA SANAR A TU NIÑO INTERIOR
El “niño interior” no es una fantasía ni un invento emocional: es la parte de ti que aún guarda las memorias, emociones y necesidades no satisfechas de la infancia. Esa parte vulnerable vive dentro del cuerpo adulto, y muchas veces aparece sin aviso: cuando se teme el abandono, cuando se busca validación constante, cuando el enojo surge desproporcionado ante un “no” pequeño.
Sanar implica comprender que ese niño o niña no se quedó en el pasado. Sigue esperando, muchas veces en silencio, que alguien lo vea. Y ese alguien ahora eres tú. El paso más transformador ocurre cuando se reconoce que el cuidado emocional ya no depende del entorno, ni de los padres, ni de la pareja: depende de ti, desde tu adulto consciente.
Este camino no se recorre para encontrar culpables, sino para recuperar el poder interior de cuidarte, escucharte y ofrecerte lo que antes faltó.
2. ESTRATEGIAS PARA SANAR A TU NIÑO INTERIOR
- Escribir una carta desde el adulto al niño interior - Expresar lo que necesitabas escuchar. No para exigirle al niño que “se calme”, sino para ofrecerle amor, seguridad y validación. 
- Visualizar un lugar seguro - Crear mentalmente un espacio donde tu niño interior se sienta protegido. Allí puedes visitarlo cuando necesite consuelo o compañía. 
- Reconocer las heridas sin juzgarlas - Identificar con claridad qué heridas de la infancia aún duelen. Nombrarlas sin dramatizar ni minimizar. Validar el dolor sin alimentar el victimismo. 
- Observar los disparadores emocionales - Registrar qué situaciones actuales activan reacciones intensas. Preguntarte: ¿qué parte infantil se está sintiendo amenazada o rechazada? 
- Diferenciar el pasado del presente - Aprender a responder desde el adulto que eres hoy, no desde el niño que fuiste. Esto requiere pausar, observar y elegir con consciencia. 
- Crear una práctica diaria de cuidado interno - Dedicar al menos 5 minutos diarios para conectar con tu mundo emocional. A veces basta con decir en voz baja: “Estoy contigo”. 
- Ofrecerte lo que faltó - En vez de esperar que otros te lo den, identificar qué puedes hacer por ti hoy: ¿escucharte?, ¿poner un límite?, ¿descansar sin culpa? 
- Tener un objeto simbólico - Usar una foto, peluche o dibujo que represente a tu niño interior. No como anclaje nostálgico, sino como recordatorio de tu compromiso contigo. 
- Practicar la autoobservación compasiva - Observar tus emociones con ternura. No juzgar tu tristeza, ni tu miedo, ni tu rabia. Mirarlas como mirarías a un niño que ama y sufre a la vez. 
- Dejar de responsabilizar al otro por lo que sientes - Cuando algo te hiere, en vez de preguntar: “¿Por qué me hacen esto?”, preguntarte: “¿Qué parte de mí aún necesita atención y cuidado?” Esa es la diferencia entre reaccionar desde la herida y responder desde la conciencia. 
3. PERSPECTIVAS TERAPÉUTICAS PARA ABORDAR LAS HERIDAS DE LA INFANCIA
Psicología Humanista y Terapia Gestalt
En esta corriente, el niño interior representa una parte esencial del self. El objetivo no es eliminarlo, sino escucharlo. Técnicas como la silla vacía, la escritura espontánea o los ejercicios de visualización permiten integrar sus emociones en el presente.
Terapia Cognitivo-Conductual (TCC)
Aquí se trabaja con las creencias aprendidas en la infancia que hoy generan sufrimiento. Identificar pensamientos como “no soy suficiente” o “si digo lo que siento me rechazan” y aprender a reemplazarlos con ideas más realistas es parte del proceso de reparación.
Terapia Sistémica
Muchas veces, el niño herido adoptó roles que no le correspondían dentro de su familia: el cuidador, el responsable, el salvador. En terapia sistémica se exploran esos mandatos invisibles y se devuelve al niño la libertad de ser solo eso: un niño.
Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) La ACT enseña a convivir con el dolor sin dejar que nos controle. Desde este enfoque, no se busca “curar” al niño, sino darle un lugar digno en el sistema interno, actuando hoy desde valores que aporten coherencia, conexión y dirección.

EJEMPLO PRÁCTICO
Carmen, de 45 años, sentía una profunda soledad cuando no recibía respuesta inmediata a sus mensajes. En sesiones de terapia, descubrió que, en su infancia, el silencio de su madre era una forma de castigo. A través de cartas, visualizaciones y ejercicios de autocuidado, Carmen comenzó a distinguir el pasado del presente. Hoy, cuando alguien no responde, en lugar de angustiarse, conecta con su parte adulta y se ofrece contención. No deja de doler, pero ha aprendido a no dejarse sola.
REFLEXIÓN
"Tal vez la infancia sea más larga que la vida. Porque todo lo que la vida es, se forma ahí."— Cristina Peri Rossi
¿Estás dispuesto a mirar hacia dentro sin esperar que los demás reparen lo que tú puedes comenzar a sanar? ¿Podrías dejar de buscar culpables y empezar a preguntarte: "¿Qué es lo más amoroso que puedo hacer hoy por mí"? ¿Estás listo para convertirte en el adulto que tu niño necesitaba… sin perder su ternura?
Asumir la responsabilidad emocional es la llave de la libertad interna. No porque todo se arregle, sino porque se deja de poner el dolor en manos de otros. Y eso —aunque a veces duela— es profundamente liberador.
Sanando a tu niño interior es un viaje hacia la raíz, no para volver al pasado, sino para recuperar tu poder y vivir con más coherencia, suavidad y dignidad. Si sentís que este es tu momento, será un privilegio acompañarte.








