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Terapia de Familia
Todas las familias experimentan algún grado de conflicto en algún momento, y eso no es algo malo. Dialogar y resolver los desafíos eficazmente dentro de la red de vínculos que se dan en la familia, no solo es positivo para las familias sino que también para el crecimiento de las personas que la forman y para la sociedad. Los sistemas familiares son la base de la sociedad y para que sean sanos, han de desarrollar un equilibrio entre la estabilidad y la adaptabilidad al cambio. Un reto que requiere de nuevas habilidades y maneras de abordar lo que resulta difícil.
Durante el proceso de terapia, la familia recibe el apoyo que necesita para:
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afianzar sus vínculos afectivos,
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desarrollar nuevas formas de abordar los conflictos y de apoyarse mutuamente, fomentando un sentimiento de conexión a la vez que se respeta la individualidad,
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hacer frente de manera saludable y eficiente a posibles amenazas externas o internas a la familia y
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crear una visión compartida de las relaciones que les unen, les preceden y sucederán.
Esto son algunos motivos para solicitar el apoyo de un psicoterapeuta de familia:
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Cuando los adolescentes y los niños no avanzan en terapia individual es posible que estén influyendo variables que tienen que ver con el sistema familiar, tales como: patrones que se repiten de una generación a otra, lealtades invisibles, enfermedades crónicas de algún miembro de la familia o secretos en las relaciones entre unos y otros que afectan colateralmente a todos.
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En los procesos de separación y divorcio o cualquier ruptura (como por ejemplo la muerte de un ser querido) para que los adultos sean conscientes, responsables y respetuosos con las necesidades de los hijos/as.
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Cuando hay tensiones que se mantienen o incluso crecen entre padres e hijos/as, hermanos/as, abuelos/as de un lado y el otro. En los momentos de transición en el ciclo de vida familiar: en la infancia, en la adolescencia, cuando los/as hijos/as se van de casa, o cuando los padres se tornan ancianos, ante las herencias y legados que dejan los familiares que se mueren.
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Cuando se requiere de un apoyo externo para superar las dificultades comunes en la infancia y adolescencia: la adaptación al colegio, el rendimiento académico, rivalidad entre hermanos/as, problemas de comportamiento, hábitos y normas, inseguridades, ansiedad, miedos, fobia social, conductas de riesgo, adicciones, rebeldía o sumisión excesiva, excesiva dependencia, lealtades invisibles que dificultan la individuación de los hijos...
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Cuando los padres tienen dificultades como pareja y dejan de funcionar como equipo en la educación o la relación con sus hijos/as y en los vínculos con otros familiares.
Ante la duda, lo mejor es preguntar a otras personas que hayan pasado por una experiencia similar. Te ofrezco leer los testimonios de familias con las que he tenido este tipo de acompañamiento, aquí.
También puede resultar inspirador leer “Detrás del arcoíris. La superación”, donde una familia se enfrenta a un difícil reto mientras reciben la guía de una psicoterapeuta. También puede resultar interesante probar una primera sesión sin compromiso para ver cómo abordar la situación de la manera más amable y amorosa posible.
Las familias marcan sus metas y cuando las consiguen valoran si están satisfechos o si desean profundizar en otros aspectos de las relaciones. El marco de trabajo es la terapia sistémica breve, por lo que se comprometen a trabajar en conseguirlas en aproximadamente 10-12 sesiones.