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Mujeres que cuidan, pero no se cuidan

  • mnwodnik
  • 7 ago
  • 4 Min. de lectura

Cuando el amor hacia otros silencia el cuidado propio

Mujeres que cuidan, pero no se cuidan: una frase que encierra millones de historias invisibles. Historias de entrega, de amor incondicional, de fortaleza… y también de desgaste emocional, de cuerpos agotados, de sufrimiento más o menos silencioso y de deseos aplazados. Son mujeres que sostienen a todos menos a sí mismas. Que están para todos, menos para ellas. Y lo hacen no por descuido, sino por una generosidad malentendida… o tal vez por un legado familiar a veces oculto.

Según un informe del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH), más del 60 % de las mujeres que cuidan a familiares enfermos o dependientes presentan síntomas de ansiedad, insomnio o agotamiento emocional, y más del 30 % no acuden a controles médicos regulares.

El problema no es cuidar. El problema es olvidarse de sí misma mientras se cuida a los demás. Este artículo es una invitación amorosa y terapéutica a revisar este patrón tan extendido.


mujeres que cuidan
Mujeres que cuidan

En este artículo exploraremos:

1. QUIÉNES SON LAS MUJERES QUE CUIDAN, PERO NO SE CUIDAN

Hablar de mujeres que cuidan, pero no se cuidan es poner nombre a un patrón relacional y social muy arraigado. Son mujeres que:

  • Atienden a hijos, padres, pareja, pacientes, alumnos o compañeros.

  • Sostienen emocionalmente a todos, incluso cuando internamente están agotadas.

  • Se presentan como fuertes, pero no saben cómo pedir ayuda.

  • Viven con la frase: “No puedo parar”.

Este modelo está profundamente influido por mandatos familiares y culturales. Se celebra la generosidad, pero se penaliza el descanso. Se admira la entrega, pero se evita fomentar el autocuidado.

Un estudio publicado en el Journal of Women & Aging (2021) muestra que las mujeres cuidadoras, especialmente entre los 40 y 65 años, tienen mayores probabilidades de sufrir fatiga crónica, insomnio, tristeza persistente y falta de identidad personal. Sin embargo, muchas lo consideran “normal”.

Y no, no lo es. Porque cuidarse no es egoísmo: es un acto de responsabilidad psicológica y relacional.


2. Estrategias para mujeres que cuidan, pero no se cuidan; sin culpa

Aquí te brindo una serie de propuestas terapéuticas y prácticas para que las mujeres que cuidan puedan incluirse en su propio sistema de cuidados sin dejar de amar, pero empezando a amarse también a sí mismas:

  1. Detectar la voz interna que dice “primero los demás”

    Esa voz muchas veces no es tuya: es heredada. Preguntarte si te está fortaleciendo… o desgastando.

  2. Reformular el cuidado como energía circular

    Si solo das y nunca recibes, el sistema se agota. Cuidarte es cuidar a los demás de forma más justa.

  3. Observar qué necesidad emocional se satisface cuidando

    ¿Buscas reconocimiento, pertenencia, evitar el conflicto? No se trata de juzgar, sino de comprender. Tal vez haya otras maneras de cubrir estas necesidades.

  4. Practicar micro actos de autocuidado consciente

    Dormir media hora más, tomar un té en silencio, delegar una tarea, decir “no puedo”. El autocuidado empieza por lo cotidiano.

  5. Ver el descanso como parte del amor que das

    No hay cuidado verdadero desde el agotamiento. El descanso es una necesidad, no un privilegio.

  6. Revisar vínculos que solo funcionan si tú los sostienes

    ¿Qué pasaría si un día no lo hicieras todo? Las respuestas te mostrarán mucho sobre beneficios ocultos.

  7. Pedir sin justificar

    “Necesito ayuda.” Punto. No necesitas permiso ni explicaciones.

  8. Mejorar tu autoconcepto

    ¿Quién eres más allá de la cuidadora?

  9. Mejorar tu autoestima

    ¿Qué virtudes valoras en ti desde tu propio criterio?

  10. Aceptar que poner límites también es cuidar

    Decir “no” también es un acto de amor. Incluye el amor propio.

  11. Buscar apoyo entre mujeres que atraviesan lo mismo

    El reconocimiento mutuo entre iguales es una de las formas más efectivas de empezar a sanarse.

  12. Recordar que cuidarse no es dejar de cuidar, sino incluirse

    El autocuidado no excluye el amor hacia otros. Lo hace más sostenible.

  13. Escuchar el cuerpo que ya no puede más

    El cuerpo suele gritar lo que la mente calla. Dolencias físicas, fatiga, insomnio: todas son señales que conviene atender.

  14. Nombrar el cansancio sin vergüenza

    Decir “estoy agotada” es un acto de honestidad emocional. No se trata de quejarse, sino de empezar a poner límites.

  15. Romper patrones y salir de la zona de confort

    Ir más allá de los legados familiares requiere valentía y perseverancia. Cree en ti y en que te mereces lo mismo que das.

mujeres en quirófano
Mujeres que cuidan

EJEMPLO PRÁCTICO

Rosa, 56 años, cuidó durante ocho años a su madre con Alzheimer mientras trabajaba y criaba a sus hijos. Nunca pidió ayuda. Cuando empezó terapia, dijo: “No sé quién soy cuando no estoy cuidando a alguien”. A través del proceso, descubrió que su identidad se había fusionado con su rol de cuidadora. Comenzó a dar espacio a su cuerpo, a su descanso, a su silencio. Aprendió a decir “hoy no puedo” y, al hacerlo, también empezó a sentirse más viva.


3. ENFOQUES TERAPÉUTICOS PARA ACOMPAÑAR A MUJERES QUE CUIDAN, PERO NO SE CUIDAN

Desde la psicología integrativa, acompañar a mujeres que cuidan, pero no se cuidan implica un trabajo profundo y gradual:

  • Terapia Humanista: Promueve el contacto con el deseo propio, el valor de ser más allá del hacer, y la reconexión con la autenticidad.

  • Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): Ayuda a identificar creencias automáticas como “si descanso, soy egoísta” o “si no lo hago yo, no lo hace nadie”, y reemplazarlas por pensamientos más saludables.

  • Terapia Sistémica: Explora los mandatos familiares y sociales que colocan a la mujer en el lugar de la que sostiene todo, para redefinir roles más equilibrados.

  • Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT): Propone aceptar emociones incómodas como la culpa o la tristeza, sin dejar que definan nuestras decisiones. Actuar con base en los propios valores es una forma de libertad psicológica.


Un informe de la Asociación Americana de Psicología (APA) señala que incluir el autocuidado como una intervención clínica mejora notablemente la percepción de bienestar en mujeres cuidadoras crónicas. Porque el cuidado emocional también debe empezar por quien cuida.


REFLEXIÓN

“Quien se cuida, también enseña a cuidar mejor.”

La entrega solo es amor si también te incluye. Cuidar no tiene por qué doler. Y cuidarse no es dejar de amar: es sostenerse para seguir amando.

¿Te das permiso para dejar de sostenerlo todo sola?

Como psicóloga clínica, puedo acompañarte a recuperar tu lugar en tu propia vida.

 

 
 
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