Si supiéramos que es el karma, conociéramos los mitos y profundizáramos en esta ley tal vez la utilizáramos su verdad en nuestro día a día.
¿Alguna vez te has sorprendido pensando: "Esto me pasa por lo que hice"? A menudo usamos la palabra "karma" para explicar los giros del destino, pero ¿qué entendemos bajo este concepto? En este artículo nos inspiramos en la narrativa de Detrás del arcoíris: La joya interior, premiado en 2023 como mejor libro de transformación espiritual por los International Latino Book Awards (ILBA), ya que nos invita a reflexionar sobre el karma. Más allá de la idea de una "justicia cósmica", el karma es un principio profundo que, según el budismo tibetano, va mucho más allá de premios o castigos.
En este artículo exploraremos:
1. CÓMO FUNCIONA LA LEY DEL KARMA
Para empezar, el karma no es un castigo divino ni un premio por ser "bueno". En el budismo tibetano, el karma es más bien una ley de causa y efecto que moldea nuestras experiencias. Cada acción, palabra o pensamiento genera una "semilla kármica" que, dependiendo de las circunstancias, puede germinar en el futuro.
Piensa en tu mente como un jardín. Cada pensamiento o acción es una semilla que plantas. Algunas son semillas de flores, como la compasión o la generosidad; otras son de maleza, como la ira o la envidia. Si no cuidas tu jardín, las malas hierbas pueden invadirlo. Pero aquí está la buena noticia: tú decides qué cultivar y cómo.
¿Te has preguntado qué tipo de semillas estás plantando hoy? Las semillas de actos compasivos contigo mismo o los demás producen bienestar, mientras que las de actos impulsados por el ego generan sufrimiento. Y ojo, porque no todas germinan de inmediato; algunas esperan pacientemente hasta que el terreno sea propicio.
2. QUÉ NOS IMPULSA HACIA EL KARMA NEGATIVO
En el budismo tibetano, el karma negativo está profundamente relacionado con los tres venenos: la ignorancia, que distorsionan nuestra comprensión de la realidad; el odio o la aversión, que nos lleva a rechazar y atacar lo que percibimos como una amenaza; y el apego, que nos empuja a aferrarnos obsesivamente a personas, objetos o ideas que creemos que nos traerán felicidad. Los tres venenos:
Ignorancia, que distorsionan nuestra comprensión de la realidad
Odio o aversión, que nos lleva a rechazar y atacar lo que percibimos como una amenaza
Apego, que nos empuja a aferrarnos obsesivamente a personas, objetos o ideas que creemos que nos traerán felicidad
Estas emociones envenenan nuestra mente, impulsándonos a actuar desde la confusión y el egoísmo, generando así acciones kármicas que perpetúan el sufrimiento propio y ajeno. Al trabajar con estas emociones desde la atención plena y la compasión, podemos transformar las raíces del karma negativo y romper los ciclos de dolor que nos atan.
3. LAS CUATRO CARACTERÍSTICAS DEL KARMA
Para entender cómo funciona este proceso, el budismo tibetano nos invita a considerar cuatro características fundamentales:
Definitivo: Las causas generan efectos similares. Si siembras amor, cosechas amor; si siembras odio... bueno, ya sabes.
Expansivo: Una pequeña acción puede tener grandes consecuencias. Una palabra amable puede cambiarle el día a alguien, mientras que una crítica puede causar heridas profundas.
Dependencia de condiciones: No todas las semillas germinan de inmediato. Algunas necesitan luz, agua o incluso tiempo.
Persistencia sin purificación: Si no trabajas en tus acciones pasadas, estas no desaparecen por sí solas. Imagina guardar rencor durante años. El karma negativo actúa de forma similar si no lo purificas.
Te puedes plantear si estás regando las semillas correctas en tu jardín mental y qué estas cosechando.
4. LA MADURACIÓN DEL KARMA
El karma madura cuando las condiciones son propicias. Esto significa que no todas nuestras acciones tienen consecuencias inmediatas; algunas esperan el momento adecuado para manifestarse.
Exploremos el ejemplo de Nicolás, uno de los protagonistas de Detrás del arcoíris: La joya interior. En uno de los capítulos sobre el karma, nuestro joyero, recuerda con culpa un robo cometido hace años. Entonces cambió una esmeralda de alta calidad por otra de menor valor. Aunque el vendedor no lo notó en su momento, la semilla de ese acto germinó en forma de pesadillas recurrentes y un sentimiento de culpa que arrastró durante décadas.
Este ejemplo muestra cómo las acciones negativas, incluso las que parecen insignificantes, pueden madurar y perseguirnos si no las purificamos.
4. ESTRATEGIAS PARA PURIFICAR EL KARMA
¿Y si en el pasado ya plantaste malas hierbas? No todo está perdido. Veamos varias estrategias para purificar el karma negativo:
Reflexión honesta: Reconocer tus acciones sin auto fustigarte. "Me equivoqué, pero puedo cambiar."
Intención de cambio: Comprometerte a no repetir esas acciones.
Compasión y refugio: Apoyarte en prácticas como la meditación para encontrar un espacio de transformación.
Acciones positivas: Contrarrestar el karma negativo con actos de generosidad.
Meditación de “tonglen”: Inhalar el sufrimiento y exhalar compasión, transformando las emociones negativas en sabiduría.
Recitación de mantras: Estar presente en tu oración te lleva a limpiar la mente y el corazón.
Desarrollar la “bodhichitta”: Cultivar un profundo deseo de ayudar a todos los seres.
Si alguna vez has sentido el peso del pasado, piensa en el karma como una invitación a empezar de nuevo, no como una cadena que te atrapa.
5. UN EJEMPLO PRÁCTICO: UNA ARAÑA Y DOS REACCIONES
Imagina esta escena tomada del libro Detrás del arcoíris: La joya interior. Estás en un retiro espiritual, y al entrar en tu habitación, te encuentras con una araña enorme sobre tu almohada. ¿Qué haces?
Opción 1: Sientes un pánico irracional, agarras un zapato y la aplastas. Tu corazón late rápido, y aunque la amenaza desaparece, queda una sensación incómoda. Según el budismo, esta acción genera karma negativo porque surge de la aversión y el miedo que destruye sin contemplación de otras opciones más benevolentes.
Opción 2: Respiras profundamente, tomas conciencia de tus miedos y aversiones. Te preguntas si puedes dejar de sentirte amenazado sin depreciar, odiar, rechazar o matar. Buscas un recipiente y tras unos momentos de tensión, decides liberar a la araña en el jardín. Aunque no te gustan los insectos, optas por la compasión y generas karma positivo.
Reflexionemos: La diferencia entre ambas respuestas no está en la araña, sino en tu mente. La primera reacción perpetúa el miedo; la segunda, lo transforma en oportunidad.
¿Cómo reaccionas cuando te enfrentas a lo que temes?
REFLEXIÓN
El karma no es un sistema de premios y castigos; es una oportunidad de aprendizaje constante. Como dijo Pema Chödrön: “El karma es como un espejo que refleja quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser”.
¿Qué puedes hacer hoy para transformar tu karma? ¿Qué acciones pequeñas podrían empezar a generar semillas positivas en tu vida? Reflexiona, porque el cambio comienza con una simple intención: ser un poco más compasivo contigo mismo y con los demás.
Si deseas contar con mi apoyo, estoy contigo.